domingo, 24 de mayo de 2009

RUIDOSO DOMINGO

Podría ser una de esas cartas al director, sección populista, populosa de los periódicos que hoy respeto un poco más que ayer. Ya que soy director, editor y redactor de este blog, me permito el lujo de ser el lector que también envía su carta de queja a la mencionada sección.
Llevo un buen rato ya con la sangre algo revuelta. El día comenzó a las 7 de la mañana, como muchos domingos en el maldito pueblo de Guadix, con ruido de campanas. El din don se repitió hasta las 12 con frecuencia cadenciosa. Para los ateos que tenemos que respetar, por aguacates, las tradiciones de los católicos, es fenomenal que las campanas suenen tan alegres desde tales horas el día de descanso semanal. Muchas veces comenté con amigos que si yo hiciese lo mismo con una sirena vestido de anticristo, me detendría la guardia civil en pocos momentos y por supuestísimo el pueblo entero se congratularía de ello, que se cree el irrespetuoso ese, los jóvenes de hoy en día no respetan nada.
Pero cuando los feligreses de 100 kilómetros a la redonda ya habían asistido a los oficios en respuesta al reclamo de las campanas, los vecinos de escalera tuvieron a bien brindarme con 40 minutos de gritos de niños, viejos y padres que entraban y salían de la puerta vecina. No pretendo buscar explicación al comportamiento humano, en general, pero de ahí a que tengamos que enterarnos todos del menú dominical creo que va un abismo.
Parecía que todo se había calmado, craso error amigo Víctor, los vecinos del edificio de enfrente, como es natural, propio y costumbre en ellos comenzaron a deleitar al personal con ritmos tan diversos y sensibles como el regeeton (como narices se escriba) y el melódico Camela. No mencionaré los gritos, palmas y jaleo en general que se escucha en la calle, ya estoy anestesiado. Pero no quedó ahí, previo paso por unas canciones de Camarón (al que escucho en la intimidad), tocó el turno del Arrebato, nunca un nombre fue tan apropiado, no mencionaremos la profundidad de sus letras, el timbre de su voz y la melodía exquisita de sus canciones, simplemente me quejo de tener que escucharlo por cojones, así de fino.
A estas horas voy que trino, no puedo quejarme a nadie, con la iglesia hemos topado, mis vecinos de puerta se han ido y los de enfrente... en fin, protejo mi integridad física. Tan solo me falta el partidito de fútbol por la noche, con los consiguientes golpes en los portalones de los garajes.
Conclusión: el trabajo es salud, y además me pagan por los ruidos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

navegando he dado con este blog,he escuchado memoria da noite de luar na lubre y aunque no soy gallega la suelo escuchar con asiduidad porque ¡ME ENCANTA!