martes, 19 de mayo de 2009

AQUELLA FOTO, MICKY Y MAGO. II

- ¿Vas o no vas a contarme la historia de la foto? -preguntó Micky-. Pero esta vez no me vengas con filosofías baratas.
- Tienes razón, es un hábito adquirido -contestó Mago-. Muchas veces le doy una explicación trascendental a cualquier tipo de creación o realidad, como si tuviese la suerte de penetrar en el alma de las cosas, ser uno de esos tipos capaces de ver y contar cosas que los demás no pueden ni siquiera sospechar. -Con media sonrisa-. Estudié filología y ahora filosofía.
- Ya sabía que me tomabas el pelo- le recriminó Micky.
- Es la forma que tenemos de pavonearnos los que leemos mucho- replicó Mago. -Si además nos hacemos los atormentados, conseguimos levitar en nuestra dicha.
- Bueno, lo que quiero es que me cuentes la historia -insistió Micky- algo tendrás que contarme, después de todo, tanto si está vivo como si está muerto.
- Está bien. Está muerto - aclaró Mago. - Era un lugar muy alto, pero se podía ir en coche. Se ascendía por una carretera estrecha que iba dando curvas a diestra y siniestra por la ladera de la montaña. Hacía sol y se veían a lo lejos, en las cimas, los últimos restos de nieve.
- ¿Tú ibas en el coche Mago?- preguntó Micky.
- Pues claro- contestó Mago. -Fui testigo de todos los hechos. Salimos por la mañana temprano, después de preparar nuestras mochilas con algo de comida y agua. También pusimos ropa de abrigo, por si fuese necesario una vez en lo alto. Nuestra intención era ascender durante unas 3 horas, dar la vuelta, comer y regresar a casa. Sin demasiados alardes.
- ¿Me llevarás algún día a un lugar así?- poniendo ojitos.
- Tal vez, quizás algún día me lo pidas-. Continuó Mago. -Llegamos a una pequeña explanada donde se aparcan los coches, hay también un refugio que suele estar cerrado. En pocos minutos teníamos todo listo para comenzar el camino. La entrada del sendero estaba a pocos metros del coche. La subida es sencilla, pero constante. Al poco rato de comenzar a caminar, atravesamos un pequeño bosque de abetos, mientras aparecían las primeras marcas de nieve.
- ¿Quiénes ibais?- interrumpió Micky.
- Un amigo y yo. Venía de muy lejos sólo para subir esa montaña e intentar ver el Mediterráneo- aclaró Mago. - Cuando llevábamos media hora caminando llegamos a la parte de la montaña que aparece en la foto. A mi amigo le gustó para hacerse una foto, como si quisiese ir dejando constancia de como había sido el camino. Además se veía detrás, al fondo, la cima que teníamos que alcanzar. Yo le hice la foto y proseguimos. Unos 10 minutos después comenzó a nublarse el cielo, era más niebla que otra cosa, pero la verdad es que se estaba poniendo un día feo- se para un momento. - Mi amigo comenzó a ponerse nervioso, miraba al cielo y decía que no le gustaba nada como se estaba poniendo aquello. No hice demasiado caso, pero ante su insistencia le dije que no se preocupase, que en esa época del año, todo lo que podría suceder sería una ligera ventisca. No se tranquilizó y continuó haciendo comentarios.
- ¡Qué miedoso!-
- No sé, simplemente no le gustaba la situación. Entonces se paró y me pidió que diésemos la vuelta, que no le daba buena espina el tiempo y que otro día vería el Mediterráneo- recordando-. Insistí en que no tendríamos problemas en subir y que con un poco de suerte vería el mar; pero ya no me escuchaba. No quiso seguir, me dijo que no podía dar un paso más con aquella sensación que tenía en el cuerpo-. Se tomó un momento.
- Pero tú querías seguir ¿no?- rompió el silencio Micky.
- Sí, pero de todas formas ya había subido en numerosas acasiones, así que tampoco me importó demasiado, simplemente me pareció exagerado su comportamiento- respondió Mago.
- ¿Qué pasó después?- preguntó ansioso Micky.
- Nos fuimos al coche y comimos algo. Al poco rato arrancamos y comenzamos la bajada por aquella carretera sinuosa. A mitad de camino apareció una camioneta, apenas había espacio para dos coches, a bastante velocidad. Para esquivarla di dos volantazos, casi salimos de la carretera monte abajo. Terminamos el descenso con el miedo en el cuerpo y nos fuimos a casa.
- ¿Y ya está?- preguntó contrariado Micky.
- No- respondió Mago. - Esa tarde mi amigo decidió que regresaría a su ciudad, llegaría a media noche. No lo retuve. Al día siguiente me llamó su novia y desconsoladamente me preguntó por qué había decidido regresar aquella tarde. Le conté lo sucedido en la montaña. Sin más palabras me dijo que mi amigo había tenido un accidente de tráfico, poco después de salir. Había muerto.
- Vaya. ¿Volviste a hablar con su novia?- preguntó Micky.
- Sí, una vez- le dijo Mago. - Volvió a pedirme que le contase que había sucedido ese día, quería una explicación, algo que le diese sentido a lo que había pasado. Pero yo no sabía exactamente que decirle. Insistió en sus preguntas, solo pude responder que no habría muerto si hubiera subido conmigo a la cima aquella mañana. Me colgó.
- ¿Y la foto?- preguntó Micky.
- Me la envió poco después. - con pausa- tenía escrito detrás: "cada vez que veas la foto, sabrás que está muerto". Lo cierto es que es la única foto que tengo de mi amigo.
- ¿Qué piensas de todo ello?- preguntó MIcky.
- Nada. Hace unas pocas semanas volví a subir a la montaña. No será la última vez.


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