Tengo puesta la ecobola en la lavadora,
mientras a lo lejos suenan los clarines y timbales
como si fuesen flautas desafinadas.
Después de tanto tiempo se ha perdido el rumbo
y la pequeña brújula ya no marca el norte,
pero lo que antes eran grandes lecciones
de molinos y gigantes son cheques ahora,
no de jeques, de la élite del deporte.
Y quién nos va a contar como son las cosas,
y quién nos abrirá los ojos en estos días
tan aciagos, raros se retuercen los desterrados,
los oprimidos, los desheredados sin la guía
de los guías en cualquier pueblo abandonado.
Y qué más da si aun queda un cateto más
que nos traslade a otras épocas más castas,
tan desorientado queda sin su flauta
y sin su guía, que no podrá hacernos daño,
tanta paz conserves como indiferencia
me produces, no despeinaré tu pelo engominado
con el aceite de tu Davidson.
Y aunque a voces cuenten que somos tontos
los ineptos que queremos ser protagonistas,
podemos alzar nuestra voz para cantarles
que los silencios saben mejor que sus risas
de hipocresía. Muera la melancolía.
En fin se van cerrando ya los ojos
para dejar de verlos, ganado extraño.
2 comentarios:
Muy gráficas tus imágenes, cuánto se esconde detrás de tu silencio y qué divertido resulta descubrirlo. Me gusta tu blog
Gracias Elena. No contesté tu primer comentario, el primero en general, de este, con mucho gusto, no podía escapar. A pesar de los apolos y las dafnes, um, más lo de Pablo Motos... en fin, supongo que eso dará más valor a que te guste mi blog. Ya casi terminé con los papeles, solo falta poner un final digno de nosotros, que somos los más mejores. Biquiños
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