martes, 16 de junio de 2009

THE MAN IN ME

Me sería difícil hacer un simulacro de poesía con esta jeta; aunque en el fondo la foto, digo la foto, con su distorsión claro, me gusta; o como diría aquel, me satisface.
Para mí nunca una imagen vale más que mil palabras, una palabra sola evoca mil sensaciones más que cualquier imagen, no es un postureo snob. Una imagen nace y muere en sí misma, y todas las interpretaciones que de ella puedan hacerse se hacen con palabras, lo que sentimos ante cualquier imagen lo sentimos con palabras. Me parece que un cuadro de Picasso le dirá mucho más a alguien que entiende de pintura que a alguien que no, entre otras cosas porque es capaz de relacionar el cuadro con un mayor número de palabras. Nuestro pensamiento es el que contempla cualquier imagen que percibe nuestra vista con pleno significado.
Todo para llegar en este caso a una pequeña tregua. No se trata de las armas frente a las letras, es la imagen frente a las letras. Y aunque siempre apueste por las últimas, haré una excepción en este caso. Tanto por la imagen como por las palabras llego claramente a dos sensaciones: alegría y compañía.
No sé que podría componer Dylan ante algo así, yo le robo el título, The Man in Me.

A propósito de Auster:
"El mundo nos entra por los ojos, pero no adquiere sentido hasta que desciende hasta nuestra boca. Empecé a apreciar lo grande que era esa distancia, a comprender lo mucho que tenía que viajar una cosa para llegar de un sitio a otro".
Cuando el viejo Effing le pide a M.S. Fogg que le describa lo que va viendo a lo largo de un paseo por la ciudad y se queja de las malas descripciones del muchacho.

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