miércoles, 10 de junio de 2009

QUIZÁS SEA PRONTO PARA DESPEDIDAS...

Cada uno de nosotros tiene una percepción diferente de conceptos como la distancia, el tiempo, la lejanía, la soledad... Del mismo modo que también manejamos puntos de vista diferentes en nuestras relaciones personales; en el valor que damos a las personas que nos rodean; en el aprecio, el amor, la cercanía que sentimos por los demás...
Para mí todos estos sentimientos están íntimamente relacionados. Me siento lejano durante buena parte del año de todo aquello que quiero y es una sensación que cada vez me aprieta más el corazón. Del mismo modo he aprendido (razonablemente) a sobrellevar ese tiempo en soledad, a pesar de que en numerosas ocasiones consigue que me aleje demasiado de mí mismo. En esta constante ausencia de donde siento que debería estar, mi aprecio, cariño, amor por las personas que para mí son importantes aumenta exponencialmente; así cuanto mayor es la distancia en el espacio y en el tiempo mayor es el sentimiento de nostalgia y de frustración.
Pero esa misma distancia y lejanía tiene otra vertiente en mi vida. No podría soportar esa situación si no encontrase los afectos, el cariño de otras personas cada vez que afronto una distancia nueva. Necesito hacer de mis compañeros algo más que compañeros, los necesito como amigos y también, en cierto modo, como familia. Creo que en parte eso explica el cariño y el apego tan fuerte que siempre siento por ellos, creo que inconscientemente esa necesidad hace que estas emociones se intensifiquen todavía más.
Lo que sucede es que en ocasiones tu vida se cruza con gente que te llega de verdad, que trasciende esa necesidad de cercanía con los demás. Lo he sentido otros años, pero especialmente en este. Desde lo más profundo de mi corazón siento un aprecio inmenso por mis compañeros, con los que he estado feliz y alegre todo el año y que han sido un pilar importantísimo para mí todo este tiempo. Me he sentido querido y apreciado por ellos cada día.
Esta mañana, comentando cuándo regresaría a mi casa, han comenzado a insistir que tenía que quedarme hasta el día tal, entendí sin duda que quieren que me quede. Me bloqueé, no sabía que decir, me costó contener las lágrimas. Esta es ya mi nueva distancia de nostalgia. Cuando termine el mes, no puedo dejar de pensar en ello estos días, regresaré a mi casa, el significado más simple es que no volveré a trabajar en este centro, ni con mis compañeros. Me suena demasiado duro, no quiero que sea así.
La cuadratura del círculo. Por un lado, tengo muchísimas ganas de regresar; y por otro, estaría encantado de poder quedarme. Puede que sea, en el fondo, lo más hermoso de mi vida. Entre la distancia de aquí y de allá, de unos y de otros encuentro muy dentro de mí un sentimiento de alegría, de satisfacción por sentir el cariño y el aprecio de la gente de mis tres mundos. Todos están lejos, algunos lo estarán, y sin embargo son y serán parte de mí. En verdad la única distancia es el olvido.
Qué más podría decir. Lo digo tan alto y tan fuerte como puedo, GRACIAS. Gracias a todos y gracias a ti, Laura.
Biquiños.

1 comentario:

Lidia dijo...

Si tú aguantaste las lágrimas, a mí casi me haces llorar. ¿Cómo se pueden encontrar las palabras precisas para expresar ese sentimiento? Me alegro de que fuéramos un pilar en tu vida, que nos sintieras como tu familia. Nosotros no te olvidaremos nunca y siempre estarás en nuestros corazones.