El sol derrite centímetro a centímetro
el aire de mi corazón mientras sudo,
como si me perdiese en un suspiro,
gota a gota, destilando alcohol.
En el cielo iluminado de esta provincia
al sur del norte, en la soledad eterna
veo el paso abrasado por el fuego
de mis pies arrastrándose en la arena.
Azul mediterráneo desde el balcón
en este patio de vecinos que observa,
ciego, la bahía de la nueva Andalucía
asomada a la ventana de un faro en ruinas.
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