lunes, 30 de marzo de 2009

SILENCIOS

No me dijiste nada
y callaste aquella tarde larga
entre angustias y celos.
El paso errante en la calle,
los escaparates aun cerrados
y nada que contarme.
Creí gritar el más desolador
de los silencios; sonaste
fría en aquel lamento.
Después tocó la huida
del fracaso. Atrás quedaron
aquellos ojos negros.
Camino a casa pensé
que no era el mejor momento,
y aun así seguí detrás de ti
agarrando cada clavo
que me dabas, sin quererlo.
Esa noche lloré cada hora
que llegaba y cada lágrima
vertida escuchaba tus silencios.

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