Quizás un vuelo suave
tras la luz, allá a lo lejos,
entre el mar y el cielo.
Quizás en un momento
cualquiera y delicado,
un suspiro eterno.
Dios no está esperando,
hace demasiado tiempo
que estamos en pecado.
Pero al fondo el resplandor
quema las rocas en la playa;
me digo "es un error",
aquí y allí no hay nada.
Lamenté perderme en ese instante
en que las olas me llevaban
hacia el horizonte.
Volví estrellándome en las rocas
a nuestro punto de encuentro,
y me dije frente al mar
"no regresaré ni muerto".
Ahora, preso de la locura,
me arrastro por la arena
de la playa, mientras miro
aquella luz que nace y muere
persiguiendo mi fantasma.
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